miércoles, 20 de noviembre de 2013

Odio esa tristeza en tus ojos

  Te escribo una carta, una de las de verdad, al viejo estilo...realmente es un arte olvidado, como hacerse ideas tontas...mierda. He de confesar algo, al principio no me gustabas mucho, te encontraba un poco tediosa y superficial. Olías bastante bien, eso es cierto. No parecías muy interesada en mi, y yo naturalmente, lo consideraba un poco ofensivo. Creías que estabas tu sola contra el mundo. Es cómico ver como ciertas cosas nunca cambian. Así que estuve allí, haciendo lo mío: comportarme como un auténtico idiota, sin realmente entender cuánto pudiste cambiar mi vida, y ahora no recuerdo el momento exacto en el cual todo ha cambiado. Sólo se que ha sucedido. Un poco antes, era como impenetrable, nadie podía tocarme y al momento siguiente mi corazón latía fuera del pecho, expuesto, luchando contra los elementos. Amarte fue la experiencia más profunda, intensa y dolorosa de mi vida, y todo ha durado un segundo. De hecho, ha sido algo demasiado difícil como para soportarlo...He jurado protegerte del mundo, y ya he perdido la cuenta de las veces que no lo he hecho. Finalmente creo que te he herido demasiado. Cuando imagino el futuro se me rompe el corazón, sobre todo porque no llego a imaginarte a mi lado, o hablando de mi con orgullo ¿y cómo podrías? No soy más que un niño, atrapado en el cuerpo de alguien ya mayor. A quien le interesa nada, y todo al mismo tiempo; que emprende conscientemente acciones débiles. Algo debe cambiar, algo debe suceder...Esta oscureciendo, demasiado oscuro para ver.


Rodras

miércoles, 15 de mayo de 2013

De las Musarañas y demás alimentos legendarios

Queridas ingles:

Imagino que todas recordaréis alguna de las grandes mentiras que os han contado siendo apenas un infante. Quizás incluso sigáis creyendo alguna. Y no hablo de los reyes magos, sino de estas cosas que se dicen sin darles demasiada importancia, ni llegar a desmentirlas nunca, y que pueden anidar y sobrevivir hasta sabe dios cuándo. No hace mucho, un compañero en la universidad dijo que las musarañas eran animales imaginarios. Bueno, supongo que las musarañas son un caso especial ya que ni siquiera el corrector de chrome las reconoce (dicho lo cual, tampoco reconoce "sorícido" ni "chrome"). Pero aún así, una amiga me reconoció que hasta hace no demasiado, aún creía que "musarañas" quería decír "arañas que juegan al mus". Lo cual es ya bastante credulidad.

Y digo credulidad porque no pienso que los niños sean estúpidos, sólo están en una situación de inferioridad abrumadora, caracterizada por una gran carencia de información. También, condicionados por el hecho de que la mayoría de relaciones sociales que mantienen (con padres, tíos, profesores, incluso amigos) son de maestro-aprendiz, ya que al ser lego en casi todas las materias, toda conversación, juego o actividad se convierten en un aprendizaje. Cuando uno es niño, o profundamente ignorante acerca de un tema, tiende a aceptar humildemente aquello que se le dice, por extraño que suene, y a justificarlo para sí de las maneras más rocambolescas, con tal de que pueda llegar a resultar remotamente lógico.

Por eso me pareció tan mal siempre lo de mentirle a los niños. Aprovecharse de la debilidad de alguien para hacerse el gracioso con otros adultos, o para hacerse el listo con los propios niños, no sabría decir qué es más triste. A veces tal vez quieras hacerte el gracioso con un niño, subestimando su credulidad, y la broma acabe en mentira. Mi primo de apenas cinco años me pidió que le enseñara el arañazo del lobo. Quedé confuso hasta que me di cuenta de que se refería a mi cicatriz (de origen quirúrgico, no lupino). Le expliqué que era broma, que no me la hizo un lobo, sino un médico. "¿Un médico?¿Cómo? - Pues en un callejón oscuro, me asaltó, sacó un bisturí y me hizo esto". El se rió, pero al poco le oí contando como un médico había asaltado a su primo en un callejón y noséqué de un lobo. Vaya, le había vuelto a mentir.

¿Y qué hay de mis mentiras? Las que a mí me han contado, quiero decir. Bueno, unos estúpidos tests del colegio me dijeron que podría ser lo que yo quisiera. Mis padres me dijeron que llegaría lejos. Que estudiara una carrera primero, por practicidad, por tenerla (por ser alguien, supongo), y que luego podría hacer lo que yo quisiera. Todo ese tiempo lo dediqué a la vida contemplativa, a la adoración de las musas, a saciar los apetitos más primarios. A la espera. A justificar mis fracasos con sentimientos de superioridad. A lamentar o desprestigiar los éxitos de aquellos a los que no consideraba dignos, confiando en que el mío sería mayor. Y esos, que estaban donde yo quería estar, creyeron lo único que yo no creí en mi etapa de aprendiz: que todo llega a través del esfuerzo. ¿Y quién coño quiere oír eso?

Regálame los oídos. Regálame una vida de éxitos a medio gas, de espontaneidad. Regálame esta espera, este tránsito. Regálame libertad, pues ¿qué es la sociedad (trabajar, comer y cagar) más que una jaula, y qué  una jaula más que un tamaño de libertad? Esta me aprieta un poco, ¿no tiene una talla más?
De tanto esperar, la espera se convirtió en camino, y el destino en vaguedad. Regálame leyendas que un día pueda contar.

Miguel

martes, 16 de abril de 2013

Un tiempo que corre


Veo un tiempo oscuro que hace sonar todos los tics con la misma intensidad, y tonalidad. Que si pudiera, los haría sonar al mismo tiempo.
Es un tiempo tan lento y gris que hace que la palabra desgarro suene suave. Todas las palabras son somníferas y la risa, aleatoria. Descafeinada.
Tomamos un tiempo saciado con vapores de alcohol y volutas de humo, y opios que visten y desvisten, atan y desnudan.

Anhelo la hora que esta por llegar
y la hora nunca llega
sólo pasan las semanas
como pasan las horas
como pasan primero los segundos,
sin pasar.
Veo un tiempo que sigue siendo el mismo. Veo este instante eterno, siempre lleno de palabras suaves. De ensoñaciones. Me da de comer, de beber, de fumar, de follar, me masajea las sienes y me dice que la hora está por llegar.
Pero la hora nunca llega.

Miguel

miércoles, 13 de marzo de 2013

Apostándole a la Musa

  He vuelto a tener ese sueño, como una maldición de la que no puedo huir. Da igual donde me esconda, siempre acaba encontrándome...justo cuando pretendía ser feliz. Ahora me invade esa sensación de desazón, de soledad. La cálida oscuridad que me rodea me produce una punzada de dolor, una meliflua pero poderosa sensación, como un recuerdo...no, como nostalgia. A veces añoro mi pozo de miseria, me gustaría alejarme del resto del mundo, pero una marea de mierda no deja de azotar sus muros. Supongo que aquí estoy de nuevo, aunque el mundo real no es ni la mitad de perfecto que como lo recordaba. Luego me giro y la veo a ella, desnuda, bañada por una tenue luz, perfecta. Quizá haya esperanza después de todo...

Rodras

lunes, 14 de enero de 2013

Cuando te canses de mi

  Si esa mujer te dijese que es la última vez que la vas a ver, cómo te sentirías. Treméndamente triste. Espero que no sea para siempre, hemos tenido nuestro momento, nuestra parte de la historia, que aunque pequeña, debería haber durado para siempre, ese segundo...y te quiero, creo que para el resto de mi vida, pero no como se quiere ahora, el mundo no necesita más historias sobre vampiros. Y aquí me ves, jugando...las palabras son lo único que me queda para jugar contigo... No nos queda tiempo, es duro verlo de éste modo, pero la vida te matará...tiene sentido. Mi problema es sencillo, bebo demasiado, escribo poco y tengo una especie de factor oro que condena a todas las mujeres que me quieren a sentirse estúpidas, menos de lo que son, insatisfechas...además amo a todas las mujeres, me encantan, tengo todos sus discos. Supongo que eso no convence a nadie, ni siquiera a mi. No puedo justificar mi comportamiento. Ningún sufrimiento esta justificado, sobre todo el tuyo, pero quiero que sepas que empecé esto con las mejores intenciones, creo que quería que todas lo vieran, que vieran lo que las hace especiales...esto es lo que queremos, que nos vean, que nos reconozcan. Respecto a nosotros, siempre pienso que no se trata de ganar o perder, si no de cómo juegas. Conozcámonos a fondo, no quiero imaginar tu decepción cuando veas que soy el tópico de los tópicos, un niño pequeño que ve algo brillante y lo quiere para si. Lo que quiero decirte, y no existe una manera fácil de decirlo, es que he conocido a alguien, fue una casualidad, nada de esto estaba planeado, por así decirlo fue como una  tormenta perfecta, dijiste una cosa, yo dije otra, de pronto me di cuenta de que quería pasar el resto de mi vida en mitad en medio de aquella conversación. Ahora tengo la sensación de que esa persona eres tu. Esa es la buena noticia, la mala es que no se como estar contigo ahora, me acojona, porque si no estoy contigo inmediatamente tengo la sensación de que nos perderemos ahí fuera, este es un mundo enorme, malo y lleno de recovecos, y sólo con parpadear basta para que desaparezca el momento, el momento que pudo cambiarlo todo, no sé lo que hay entre nosotros y no puedo decirte porque habrías de saltar al vacío por alguien como yo, pero hueles tan bien...como el hogar, y me haces sentir mejor, eso es lo importante. Llámame.


Rodras