miércoles, 12 de octubre de 2011

Tñitulo


...te ví, desnuda, sobre la nieve de la más alta montaña, rodeada del viento en sus conjuntos.
Temblabas...de miedo dijiste, no de frío.
·         ¿A que tienes miedo?
·         Ανανκη , ανανκη ...
Nos abrazamos, con vergüenza al principio, hasta fundirnos después. Ανανκη....susurrabas y yo temblé contigo. Temblé por miedo a la máquina, por miedo a los hilos ya tejidos, por miedo de una fuerza arrolladora que doblega al mismo amor, al tiempo, al cambio...temblé por miedo al destino.
En un abrazo eterno, que duró mil años, intenté recordarlo todo, evocar mis recuerdos uno a uno y comprender a las mismas parcas. Gnoseología, ontología, metafísica ,la mutabilidad del I Ching, el fuego de Zoroastro , los cantos del Bhagavad-gītā, palabras de dioses, profetas...las ciencias, el nombre de todos los astros, las  neuronas de mi mente , sus conexiones más numerosas que átomos tiene el universo... lo recordé todo.
Comprendí todo lo real, que tus miradas son solo piezas de una enorme maquinaria que engulle y devora los sueños que crea con meticulosa precisión, ni buena ni mala sino por encima de ello, construye y deconstruye el universo arrebatándonos la esperanza....que estúpido era.

Mucho después, comprendí que eras Dios y que abandonabas tu morada en la montaña y los vientos para refugiarte, como un viejo arisco y gruñón, en tus moradas de piedra y cruces...tú también temías al destino y yo no supe salvarte.
Ahora rectifico las líneas de mis manos, cuchillo en mano, para cambiar mi sino, para encontrarte de nuevo, besarte y sentir de nuevo la magia que hace miles de años, en otra vida, pudo salvar a un dios. 


 ("ανανκη" significaba algo así como "destino", en griego)

Presnas

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