...te ví, desnuda, sobre
la nieve de la más alta montaña, rodeada del viento en sus conjuntos.
Temblabas...de miedo dijiste,
no de frío.
·
¿A que tienes miedo?
·
Ανανκη , ανανκη ...
Nos abrazamos, con vergüenza
al principio, hasta fundirnos después. Ανανκη....susurrabas y yo temblé contigo.
Temblé por miedo a la máquina, por miedo a los hilos ya tejidos, por miedo de
una fuerza arrolladora que doblega al mismo amor, al tiempo, al cambio...temblé
por miedo al destino.
En
un abrazo eterno, que duró mil años, intenté recordarlo todo, evocar mis
recuerdos uno a uno y comprender a las mismas parcas. Gnoseología, ontología, metafísica
,la mutabilidad del I Ching, el fuego de Zoroastro , los cantos del
Bhagavad-gītā, palabras de dioses, profetas...las ciencias, el nombre de todos
los astros, las neuronas de mi mente ,
sus conexiones más numerosas que átomos tiene el universo... lo recordé todo.
Comprendí
todo lo real, que tus miradas son solo piezas de una enorme maquinaria que
engulle y devora los sueños que crea con meticulosa precisión, ni buena ni mala
sino por encima de ello, construye y deconstruye el universo arrebatándonos la
esperanza....que estúpido era.
Mucho después, comprendí
que eras Dios y que abandonabas tu morada en la montaña y los vientos para refugiarte,
como un viejo arisco y gruñón, en tus moradas de piedra y cruces...tú también temías
al destino y yo no supe salvarte.
Ahora rectifico las líneas
de mis manos, cuchillo en mano, para cambiar mi sino, para encontrarte de
nuevo, besarte y sentir de nuevo la magia que hace miles de años, en otra vida,
pudo salvar a un dios.
("ανανκη" significaba algo así como "destino", en griego)
Presnas
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